Editorial: Según los datos de los expertos y científicos privados, en España hay más de 800.000 infectados desde que llegó la pandemia (el Gobierno reconoce y apunta 600.000 contagios). Varias fuentes oficiales tienen claro y así lo han divulgado que los muertos por COVID-19 se elevan a 55.000 personas al menos (el Gobierno solo reconoce 30.000 personas, lo están pasando a limpio hace 90 días). Mientras pasa todo esto están ocurriendo muchas cosas a velocidad de vértigo, ya nada es igual desde que se decretó el Estado de Alarma y ha llegado la cogobernanza con el poder de las autonomías.

A juicio de la Plataforma Pymes, organización que agrupa a más de 2,1 millones de pymes y autónomos en toda España, la fusión bancaria propuesta por las entidades CaixaBank y Bankia no aporta ventaja alguna para las pymes y autónomos, ni para la sociedad civil en general, al reducir de forma importante la necesaria competencia entre entidades financieras, quedando prácticamente eliminada en seis Comunidades Autónomas en las que la entidad resultante actuaría en una situación casi monopolística. Lo que afianzaría su posición de dominio en el sector financiero.

Desde la Plataforma Pymes se viene advirtiendo de que esta concentración del sistema financiero forma parte del lastre que soporta el motor productivo del país. Es necesario cada vez más ir al modelo americano de los Community Banks, que favorecen la competencia y por lo tanto aportan un valor añadido a la productividad.

Por otro lado, desde la Plataforma Pymes se plantea la necesidad de que la fusión esté condicionada a la devolución del rescate financiero del que fue objeto Bankia a las arcas del Estado, siendo el mismo el receptor principal de un alto porcentaje de los dividendos que pueda repartir la nueva entidad hasta la recuperación total del rescate, que actualmente pagan diariamente los españoles con su productividad y tributación. No digamos lo que supondrá los despidos y las prejubilaciones. Ellos deben quedarse con sus trabajadores en esta ocasión tan delicada.

Los centros de venta de alimentación se han convertido en lugar de peregrinación obligada de todos los residentes, hay recortes por todos los lugares y profesiones, pero ellos son los reyes. El estómago no piensa a largo plazo. Prometió el Gobierno mayor control y precios en comparación al pago de los productores. No solo no se ha cumplido, todo lo contrario, pagan cada vez menos a origen y el precio de venta ha subido en muchos productos el 20%. El ejecutivo socialista está interviniendo todo a nuestro alrededor, incluso la libertad de prensa e información, se carece de transparencia. Sin embargo los supermercados y las entidades financieras están al margen de los obligados protocolos. Paradójico.

Mientras, en nuestro municipio de Manacor y en las comarcas vecinas se van conociendo casos de contagios en los profesores/as que debían impartir clases, alumnos/as, en los funcionarios de las Corporaciones locales (policías, brigadas, cementerios, mantenimiento, recepción, concejales), es normal hay un 12% de positivos cuando se hacen las pruebas de PCR. Los sanitarios y personal de residencias de mayores los contagios se elevan al 18% al menos. Pero de todo esto la autoridad Sanitaria solo reconoce la mitad, donde están el resto. Hemos inventado otras matemáticas y otra economía. Desde ahora tampoco dos más dos son cuatro.

Nos jugamos mucho en los próximos meses. Han llegado a nuestras vidas los tiburones, el capital oscuro, los fondos buitre, los intermediarios del todo. Aprovechan la debilidad de nuestra situación para salir a nuestro rescate. Los grandes sabios de las cuentas generales presienten que hay en el mercado disponible más de 190.000 millones esperando que nos vayamos ahogando. Todo se permite en esta selva, quién se ponga a tiro lo afeitan. Menos mal que siempre nos quedará la memoria democrática e histórica, el Rey emérito, las revistas del corazón, los chanchullos de los partidos políticos, los gladiadores de las Teles y Radios, las mascarillas que nunca se renuevan y valen para una semana. Si dura mucho el COVID-19 iremos desnudos por las calles, y sin alma. Rafael Gabaldón San Miguel.