Editorial: Ahora que se negocia la Amnistía, y el Parlamento Nacional de España tiene intención de perdonar todos los delitos a catalanes y vascos, sería conveniente no provocar un agravio comparativo y se debe perdonar a todo el mundo que vive en esta nación. Así ocurre cuando se cambian las reglas del juego y nos damos otras nuevas. También sería conveniente disolver las Cortes, cambiar por completo la Constitución y votar de nuevo la que venga para el actual futuro y con ella nuevas elecciones nacionales. En esos cambios de la Constitución debe contemplarse la doble vuelta electoral si no hay mayoría absoluta y que los dos partidos más votados luchen por el poder, sin minorías que distorsionan el sentir mayoritario de la población. Es ilógico que el 10% de los votos marque la agenda de todo un país de 48 millones de habitantes. Hay que comenzar hablar sin mangas ni reservas, que todos se sinceren.

Que se pongan encima de la mesa las fórmulas de Gobierno y gestión Nacional y se saquen las urnas para todo. Si hay que enterrar el acuerdo de fraternidad de 1978 y debe implantarse otro, este debe tener un planteamiento de futuro al menos para los próximos 50 años, medio siglo como mínimo. Un ciudadano un voto, con todas las consecuencias, para todo. No deben existir comunidades autónomas ventajistas que se aprovechan de las otras. Todos igual, cada euro producido que repercuta directamente en el ciudadano, al margen de otras muchas consideraciones viciadas, injustas, irregulares. Es hora de llamar a las cosas por su nombre y contar con medios de comunicación, opinión e información libres y sin pesebres, que defiendan el interés general por encima de todo y no a sus patronos económicos y políticos, a sus fondos de intereses. Sagrado la separación de poderes, un gobierno no puede secuestrar el equilibrio democrático que todos nos hemos dado y que nos iguala. Estamos intentando olvidar la dictadura, no puede asumirse otro dictador por mucho que vaya de civil y pregone que es un buen socialdemócrata. También deben penarse y sancionarse las mentiras y los fraudes electorales. Estamos hartos de caciques y represores con la máscara de la bondad.

El Gobierno de Pepe Gotera y Otilio y los Reinos de Taifas hacen aguas, están entrando en una senda muy peligrosa. No se pueden deber miles de billones, tener la cesta de la compra al triple de las pensiones, cobrar hipotecas imposibles, arruinar a las familias con la energía, carburantes, importaciones. Como puede un pensionista con 1.000 euros, comer 30 días, poner el ventilador, ropa, teléfono, luz, agua, gasolina, imprevistos, calzado, productos de limpieza e higiene. Por eso hay 14 millones de españoles en la indigencia, y al menos 3 millones que pasan hambre y necesidades. No podemos ocultar este drama con polémicas de circo y poner el foco en la salsa rosa de la vida, aquella que nosotros no podemos vivir. Creo que el Gobierno y la Oposición no han medido bien lo que pasa en los cimientos del pueblo y que a nadie le sorprenda que cuando salgan de nuevo a la calle los transportistas, autónomos, agricultores, ganaderos, pescadores, mileuristas, gremios que no pueden aguantar más, se sumen a ellos pensionistas de tercera, entre 600 euros y 800 euros al mes, amas/os de casa, parados, jóvenes, los funcionarios mal pagados (que hay muchos), policía, guardia civil, sanitarios, profesores, mundo asistencial, banco de alimentos, ONGs, y tantos otros que ven como los dos partidos mayoritarios son incapaces de resolver una situación que nos llevará a un estado fallido, sin derechos, ni libertades, e incumpliendo el articulado más serio de la actual Constitución.

Si nos convocan a la calle para paralizar el país y hacer borrón y cuenta nueva con otras personas más decentes y honradas, allí estaremos, por supuesto, esta situación no se puede aguantar más. Como decía la CNT, “el mejor gobierno es el que no existe, si los actuales se pasan el interés general por el forro y la entrepierna”. Si no somos iguales ante la ley y se impone la ley del más fuerte y de la selva, el pueblo debe tomar el mando, no los necesitamos, sin ellos/as el país puede funcionar mejor. Ahora están en funciones y nadie a notado nada. A pesar de eso, ellos/as siguen con el mismo gasto político como si no hubiese un mañana. Son los funcionarios que pagamos y los técnicos, empleados públicos, quienes llevan el control de nuestro día a día. Por Rafael Gabaldón San Miguel.